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domingo, 27 de junio de 2010

Encuentro con Fátima

Andaba por calles perdidas, pasajes ajenos; entre gente extraña, entre salvajes bípedos. Miraba el cielo y me enfrentaba ante una gigante sábana amarilla y unos cuerpos celestes jugando a las escondidas. Mi mente refugiaba sólo al miedo y a un ser desconcertado.

No era un estado material.

Voy y no sé a dónde. Sólo voy. Camino porque las piedras me obligan a hacerlo. Me sumergo por el pavimento y nado entre el asfalto, que me pinta el cuerpo con líneas calientes negras. Viajo entre alcantarillas y tuberías, entre serpientes y cadenas. No puedo dejar de alimentarme de las raíces que asoman desde el techo.

Desde el cielo amarillo comienzan a bajar reyes muertos, Fátima, maniquíes y los cuerpos celestes. Salgo a la superficie por una alcantarilla, y todos están mirándome en silencio. Los militares me toman y me dicen que mire a los ojos de Fátima. Ella se acerca me acaricia y me mira perdidamente y dice: "Toma esta pastilla".

Despierto, sudado, y miro hacia todos lados, y estoy solo en el desierto. No sé en cuál desierto de arena negra. La sábana amarilla del cielo desapareció, y ahora no hay nada. Nada. El cielo es transparente. Escucho una dulce voz omnisciente que me dice al oído: "Ahora somos uno". Tratando de entender el mensaje, me miro y soy invadido por serpientes ciegas que se pasean por mis piernas y brazos.

Estoy tirado cerca de la carretera. Intento safarme y caminar, pero no puedo. Y aparece de una carreta la Vírgen, que va a por mí, me toma entre sus brazos y me sube a su carroza. Nos vamos al cielo y haremos el amor.

sábado, 19 de junio de 2010

Lejanía

Tú allá y yo acá. Tu aquí y yo allá, tan lejos de mi mismo.
Yo allá, tan lejos de ti y de mi. Tan lejos de todo.
Yo allá, tan cerca de todos. Tan lejos de mis sueños.
Yo allá. Moriré de soledad. Tú acá. Descubriste que no vale la pena llorar.
Llorar. Llorar por alguien que siempre estuvo muerto. Tú acá y yo allá.

Por: Francisco Arévalo Silva.

jueves, 10 de junio de 2010

En automático

En automático me enamoro del amor,
Sus ideales me seducen y llaman a su lado.
No creo en ti, le respondo y le doy vuelta la cara.
En automático la vida es bella, sin problemas
El dolor cierra la puerta y entra el olvido.
Ven pasa, siéntate conmigo y compartamos un rato, le digo
En automático la felicidad es efímera, pero intensa.
Bailemos, le digo alegre.
Me concede una pieza y se marcha entre la multitud.
En automático los sentidos engañan y el alcohol me toma prisionero
Suéltame, le grito iracundo
No puedo, somos uno me responde
En automático se va el arrepentimiento,
Y entra el éxtasis de estar vivo.
Quédate conmigo no me abandones, le ruego
En automático me convence la soledad
Y me llama a su lecho moribundo.
Caigo en sus brazos aturdido.
En automático he hecho daño,
Lo hice sin intención,
Pero el dolor no se puede compartir.
Estoy abriendo mi caja de Pandora
Y espero no decir algo que no quiero.
En automático.

Todas estas fueron las palabras que pasaron por mi mente cuando preferí andar ebrio en vez de hacer vigilia a mi viejo que se cagaba de dolor solo en el hospital. Esa noche de mierda no necesite que me dijeran nada. Por mi parte entendí que tenía problemas y decidí ser una versión de mi mismo que no hizo más que fracasar, otra vez...
Algunas personas supieron de aquello.

Por: Francisco Arévalo Silva

jueves, 3 de junio de 2010

Puente.

Un lago de conciencia

Que se extingue cada vez más.

El cielo pesa

Ante nuestros ojos.

Las flores son rojas, negras y violetas

Cada una relacionada

Con la simpleza de las emociones

Que alguna vez compartimos.

El camino ya no es el de siempre.

Se desmorona

Como un viejo puente

Conformado por troncos.

Así es la vida

Las personas pasan

Y las vivencias nos desgastan

Pero de alguna u otra manera

Siempre buscamos

La forma de no cortar la cuerda

Que nos sostiene.

Por: Mario Iturrieta.

miércoles, 2 de junio de 2010

Amor y odio, odio y amor

Amor, para muchos, lo ke mueve al mundo. Yo no creo ke lo mueva, si ke exista, pero no ke sea "la base de las relaciones humanas" komo decía el puto de maturana al hablar de la biología del amor, toda esa mierda hippie y soñadora, además d idealista.
La gente, habla del odio como un pecado, klaro, éste país es cristiano, o católico, o d alguna secta como varias de nuestras compañeras d universidad, y q se "rigen" ante valores q no son mierda, pero q lo pareciera, y ke al final ni ellas mismas kumplen ¿?. Viviendo en un país así, donde todos tienen derecho a opinar ke es etiko y ke no, ke es valorable y ke no, el reconocer odio t hace un tipo de ser humano peligroso para la sociedad, hasta despreciable.
La gente puede ser humillada, puede ser ignorante, puede llorar todos los días y sentir impotencia, pero no odian, por ke es malo. Las dueñas de kasa, ke lloran seguido, ke se frustran, ke han vivido toda su vida fiando n l almacén, ke a diario llaman a su kasa para cobrar, vive en eterno submundo de frustración, pero ellas no odian, creen ke está bien, "por ke así son las cosas en la vida".
Las personas leen en el odio, una declaración de extrema violencia hacia el amor, una especie de barra brava a favor del odio contra la barra del amor, que jodida mierda.
Yo me declaro un odiador, un odiador de la ignorancia, ke permite ke vivamos en un país de no odio contra las injusticias sociales, un odiador de las empresas que se adjudican espacios de la gente, como playas, ríos, valles, un odiador de aquellos ke usan una sotana y mantienen a la población en un grado de estupidez para ke "amen", a pesar de ser basureados y un odiador de todos akellos que representan a todas las personas de un país en un congreso, pero ke nunk los ves por tu barrio.
A la vez, creo ke amo demasiado, y es por eso ke odio. Amo la libertad, ke no se da, amo la naturaleza, ke te la destruyen por dinero, amo la igualdad, ke nunk he konocido y por eso odio no conocerla.
Odiar es sano, es lo más sano ke hay, por ke antes de tu odio hay amor, hay una pasión ke se ha kebrantado, o ke ha alguien te está amenazando.
"Odiar, es haber amado"

martes, 1 de junio de 2010

Punto de vista

Cuando me puse a descansar,
me miré al espejo
y no pude evitar asombrarme
de mi propio cambio.
Estás más apuesto -me dije.


Por: Felipe Antonio.